martes, 17 de mayo de 2011

LA PRIMERA VUELTA AL MUNDO

Orígenes del plan de Magallanes


Fernando de Magallanes
Fernando de Magallanes (o Fernão de Magalhães) fue el navegante portugués que pondrá en marcha la expedición española que dará por primera vez la vuelta al mundo. Siendo joven Magallanes había viajado a la India en una expedición portuguesa durante la cual obtuvo informes de la existencia de las Islas Molucas, muy ricas a causa de la abundancia de las entonces carísimas especias. De vuelta en Portugal pensó en organizar una ruta viajando hacia el oeste, pensando que sí las islas estaban más allá de la India no deberían estar muy lejos de los nuevos territorios americanos. El proyecto de Magallanes se basaba como el de Colón en un dato cierto, que la tierra es una esfera, y en uno equivocado, las dimensiones de esta esfera, que ambos consideraban mucho menores de las reales.
El reto consistiría en hallar un paso por el sur de América que permitiese llegar a las Molucas y sus riquezas. Este proyecto no entusiasmó al rey de Portugal, por esto Magallanes abandonó su país y le expuso sus planes a la corona española.
Esta en principio los rechazó, pero luego Magallanes se entrevistó con el rey Carlos al que expuso dos razones convincentes: la ruta por el oeste era posible y más corta, y las islas Molucas debían estar en la parte española del mundo que había fijado el Tratado de Tordesillas. El rey Carlos I aceptó el plan de Magallanes con el cual firmará un acuerdo o capitulación) semejante al que los Reyes Católicos firmaron con Cristóbal Colón en 1492.

La expedición de Magallanes


La expedición formada por cinco naves con unos 250 hombres a bordo y con Magallanes al mando de la flota se hizo a la mar en agosto de 1519. Tras pasar por las Canarias se dirigió hacia Sudamérica, viajando más al sur de lo que hoy es Brasil y entonces eran las posesiones portuguesas en América, donde exploraron cada porción de costa, costeando cada golfo y cada estuario (como el gigantesco Río de la Plata) buscando el paso hacia el océano Pacífico. Tuvieron que pasar el invierno austral (que coincide con los meses del verano del hemisferio norte) en el sur de lo que hoy es Argentina. En ese momento se produjo un motín que supuso la pérdida de dos de las cinco naves de la expedición. Cuando terminó la estación fría siguieron hasta el sur hasta encontrar el paso que todavía hoy llamamos Estrecho de Magallanes. Los historiadores reconocen la enorme dificultad que tuvo encontrar este paso en una zona que puede definirse como un auténtico laberinto geográfico, y el mérito que tuvo atravesarlo sin daños, pues esta parte del mundo es famosa por sus dificultades meteorológicas, lo que unido a la escasa anchura del paso, convierte a la expedición de Magallanes en una auténtica hazaña.
Una vez entrados en el océano al que ellos van a bautizar como Pacífico empezaron una travesía que Magallanes esperaba que fuese corta hacia el oeste en dirección a Asia. La trascendental decisión de proseguir el viaje después de más de un año de navegación, sufrir un motín y perder hombres y barcos, sólo puede entenderse por la creencia de Magallanes en la proximidad de las costas asiáticas. En concreto Magallanes pensaba que lo que había más allá del paso era un pequeño mar cuando en realidad era el mayor de los océanos y que la tierra firme más cercana se encontraba a varios miles de kilómetros. 
La expedición de Magallanes se desplazará durante tres meses por el Pacífico sin ver nunca tierra y casi sin comida. A causa de la falta de alimentos frescos muchos marineros enfermaron de escorbuto y de estos la mayor parte acabarán por morir. La expedición ya en un estado desesperado alcanzará la isla de Guam en enero de 1521 y luego reemprenderá su viaje hacia Asia.
Magallanes va a encontrar la muerte en las Islas Filipinas en medio de una escaramuza con unos nativos. No va a conseguir, por tanto, terminar la circunnavegación del mundo, pero había recorrido ya la parte más desconocida y demostrado que su plan (y el de Colón) era viable: “alcanzar oriente por occidente”.


El viaje de regreso: Juan Sebastián Elcano


Juan Sebastián Elcano
La expedición continuó al mando de Elcano, marino español que después de alcanzar las islas Molucas y cargar especias, inició el viaje de regreso por la ya conocida ruta “portuguesa” (conocida, pero peligrosa para una expedición española) a través del Índico para luego circunnavegar África para acabar llegando en septiembre de 1522 a España. De las cinco naves que partieron sólo completó la vuelta al mundo una, la Victoria, y de los más de 250 hombres que embarcaron tres años atrás, sólo volvieron 18. Estos fueron los primeros seres humanos en dar la vuelta al planeta y, aunque este no era el objetivo de la expedición, es lo que les hizo pasar a la historia, en especial a Juan Sebastián Elcano, al cual el rey Carlos I le concederá un escudo de armas coronado con un globo terráqueo e ilustrado con la leyenda o divisa “Primus circumdedisti me”, que significa “el primero que me rodeaste”.
Como curiosidad para la historia debe añadirse que después de vaciar la carga del único barco que terminó la travesía se calculó que el valor de las especias transportadas servía para pagar los gastos de la expedición e incluso producir beneficios. Ello puede ilustrar el enorme negocio que suponía el comercio de estos productos y explica los tremendos esfuerzos y peligros que los marineros de la época se atrevían a soportar. La dificultad de la expedición planeada por Magallanes queda de manifiesto porque hasta cincuenta años después nadie se atrevió a repetir semejante viaje.


Webgrafía: Wikipedia

martes, 3 de mayo de 2011

Juana I. Reina de Castilla y Felipe I de Habsburgo

Juana I de Castilla
Juana I. Reina de Castilla (Toledo, 1479 - Tordesillas, Valladolid, 1555). Era la tercera hija de los Reyes Católicos, que la casaron con el archiduque austriaco Felipe el Hermoso (1496). La muerte de sus hermanos mayores y de un sobrino la convirtieron en heredera de las Coronas de Castilla y Aragón desde 1500. El mismo año en que fue jurada como heredera por las Cortes de Castilla (1502) empezó a manifestársele una enfermedad mental, determinada según algunos por la infidelidad de su marido, hacia quien sentía un amor apasionado.

Al morir Isabel la Católica, Juana I y Felipe I fueron proclamados reyes de Castilla (1504); pero, dada la locura de la reina, se acordó que gobernarían conjuntamente en Castilla su marido y su padre el rey de Aragón, Fernando el Católico. Las malas relaciones entre el yerno (apoyado por la nobleza castellana) y el suegro hicieron que éste renunciara al poder en Castilla para evitar un enfrentamiento armado (1506). Pero aquel mismo año murió el rey Felipe, recuperando don Fernando la regencia en Castilla en nombre del hijo de Juana y Felipe (el futuro Carlos I de España y V de Alemania).

La demencia de la reina se agravó, permaneciendo recluida en Tordesillas desde 1509 hasta su muerte. En 1516 murió Fernando el Católico y Carlos I fue proclamado rey de Castilla y de Aragón, de modo que doña Juana no llegó a suceder a su padre en la Corona aragonesa; pero nunca fue declarada incapaz por las Cortes castellanas ni se le retiró el título de reina. Durante la Guerra de las Comunidades de Castilla (1520), los jefes comuneros alzados en armas contra su hijo intentaron ponerla de su parte; pero ella se negó a intervenir en el conflicto en ningún sentido.

 
Felipe I de Habsburgo
Felipe I de Habsburgo  - Rey de Castilla, primero de la Casa de Habsburgo (Brujas, Flandes, 1478 - Burgos, 1506). Su padre, el emperador Maximiliano I de Austria pactó su matrimonio con Juana I, la hija de los Reyes Católicos, en el marco de la Liga Santa que unió a la monarquía castellano-aragonesa con el Imperio, Inglaterra, Nápoles, Génova y Milán contra las pretensiones hegemónicas de Francia en Italia (1496). La muerte de tres infantes hizo que las Cortes reconocieran como sucesores al Trono castellano a don Felipe y doña Juana en 1502.

Las relaciones de Felipe con su suegro Fernando fueron malas, sobre todo desde que éste desautorizó las concesiones que Felipe había hecho a los franceses al negociar el Tratado de Lyon (1503). Ello no impidió que, al morir la reina Isabel en 1504, don Fernando proclamara a los duques de Borgoña (título que hasta entonces habían ostentado don Felipe y doña Juana) reyes de Castilla, manteniéndose él como regente mientras los reyes se hallaran en Flandes. Entretanto, doña Juana había enloquecido, según algunos por los celos que le producían las infidelidades de su marido, hacia el que sentía un amor tan apasionado como no correspondido.

La Concordia de Salamanca (1505), que estableció en Castilla un gobierno tripartito de Fernando, Felipe y Juana, no zanjó la disputa entre suegro y yerno. Don Felipe llegó a La Coruña en 1506 encabezando un ejército alemán y enseguida agrupó a su alrededor a los nobles castellanos descontentos; con el fin de evitar la guerra, el rey católico admitió su retirada como regente de Castilla.

Aunque las Cortes reunidas en Valladolid se negaron a declarar la incapacidad de la reina Juana, Felipe I ejerció el poder en solitario, repartiendo dádivas y prebendas entre los nobles para buscar su apoyo. Pero murió sin haber iniciado apenas su reinado, al beber un vaso de agua helada para refrescarse después de jugar a la pelota. Le sucedió su hijo, Carlos I de España y V de Alemania.
Doña Juana, infanta de Castilla y de Aragón
Los Reyes Católicos y
 la infanta doña Juana
De la casa de Trastámara, la reina Juana fue la tercera hija de Fernando II el Católico y de Isabel I la Católica. El 6 de noviembre de 1479 nació en la antigua capital visigoda de Toledo y fue bautizada con el nombre del santo patrón de su familia, al igual que su hermano mayor, Juan.
Desde pequeña fue muy inteligente, recibió una esmerada educación propia de una infanta e improbable heredera de Castilla basada en la obediencia más que en el gobierno, a diferencia de la exposición pública y las enseñanzas del gobierno requeridos en la instrucción de un príncipe. En el estricto e itinerante ambiente de la Corte Castellana de su época, Juana fue alumna aventajada en comportamiento religioso, urbanidad, buenas maneras y manejo propios de la corte, sin desestimar artes como la danza y la música, entrenamiento como jinete y el conocimiento de lenguas romances propias de la península Ibérica además del francés y latín. Entre sus principales preceptores se encontraban el sacerdote dominico Andrés de Miranda, la amiga y tutora de la reina Isabel, Beatriz Galindo, apodada «la Latina», y, por supuesto, su madre. Aunque Isabel la Católica procuró vigilar la educación de sus hijos, sus deberes de gobierno no pudieron dejar mucho tiempo para ocuparse de una hija a la que, según T. de Azcona, «nunca llegó a entender y dirigir».
El manejo de la casa de la infanta y, por ende, de su ambiente inmediato, estaba totalmente dominado por sus padres. La casa incluía personal religioso (confesor, sacristán, limosnero y capellanes), oficiales administrativos (mayordomos, camareros, caballerizos, todos estos con distinta graduación, además de un contador, un tesorero y un secretario), personal encargado de la alimentación (cocineros, ballesteros de maza, maestresala, panadero, repostero, coperos y catadores), personal preocupado de la salud y protección y personal de servicio (criadas y esclavas canarias), meticulosamente seleccionados por sus padres sin intervención de ella misma. A diferencia de Juana, su hermano, don Juan de Aragón, Príncipe de Asturias y de Gerona, comenzó a hacerse cargo de su casa y de posesiones territoriales como entrenamiento en el dominio de su futuro Reino.
Casa de Juana la Loca en Presencio (Burgos)


Moneda donde aparece Carlos I
de España y Juana I de Castilla
Archiduquesa de Austria, duquesa de Borgoña y Brabante y condesa de Flandes

Como ya era costumbre en la Europa de esos siglos, Isabel y Fernando negociaron los matrimonios de todos sus hijos con el fin de asegurar sus objetivos diplomáticos y estratégicos. Conscientes de las aptitudes de Juana y de su posible desempeño en otra corte, así como la necesidad de reforzar los lazos con el Sacro Emperador Romano Germánico, Maximiliano I de Habsburgo, contra los cada vez más hegemónicos monarcas franceses de la dinastía Valois, ofrecieron a Juana para su hijo, Felipe, archiduque de Austria, duque de Borgoña, Brabante, Limburgo y Luxemburgo, conde de Flandes, de Habsburgo, de Hainaut, de Holanda, de Zelanda, Tirol y Artois, y señor de Amberes y Malinas entre otras ciudades. A cambio de este enlace, los Reyes Católicos pedían la mano de la hija de Maximiliano, Margarita de Austria, como esposa para el príncipe Juan. Anecdóticamente, Juana ya había sido considerada por el Delfín Carlos, heredero del trono francés, de la Dinastía Valois, y en 1489 pedida en matrimonio por el rey de los escoceses, Jacobo IV, de la Dinastía Estuardo.

En agosto de 1496, la futura archiduquesa partió desde la playa de Laredo, Cantabria, en una de las carracas genovesas al mando del capitán Juan Pérez. Pero la flota también incluía, para demostrar el esplendor de la Corona Castellana a las tierras del norte y su poderío al hostil rey francés, otros 19 buques, desde naos a carabelas, con una tripulación de 3.500 hombres.[2] Juana fue despedida por su madre y hermanos, e inició su rumbo hacia la lejana y desconocida tierra flamenca, hogar de su futuro esposo. La travesía tuvo algunos contratiempos que, en primer lugar, la obligaron a tomar refugio en Portland, Inglaterra, el 31 de agosto. Cuando finalmente la flota pudo acercarse a Middelburg, Zelanda, una carraca genovesa que transportaba a 700 hombres, las vestimentas de Juana y muchos de sus efectos personales, chocó contra un banco de piedras y arena y se hundió.
Juana, por fin en las tierras del norte, no fue recibida por su prometido, que se encontraba en Alemania. Ello se debía a la oposición de los consejeros francófilos de Felipe a las alianzas de matrimonio pactadas por su padre el Emperador. Aún en 1496, los consejeros albergaban la posibilidad de convencer a Maximiliano de la inconveniencia de una alianza con Castilla y las virtudes de una alianza con Francia. El ambiente de la corte con el que se encontró Juana era radicalmente opuesto al que ella vivió en su Castilla natal. Por un lado, la sobria, religiosa y familiar corte castellana contrastaba con la festiva, desinhibida e individualista corte borgoñona-flamenca. En efecto, a la muerte de la emperatriz María de Borgoña, la casa de Felipe, de 4 años, había sido rápidamente dominada por los grandes nobles borgoñones, principalmente a través de consejeros adeptos y fieles a sus intereses. A diferencia de Castilla, las grandes decisiones eran tomadas de acuerdo con los fines de estos importantes nobles a través del influenciable Felipe.

Escudo Juana I de Castilla -Carlos I de España

Aunque los futuros esposos no se conocían, se enamoraron locamente al verse. No obstante, Felipe pronto perdió el interés en la relación, lo cual hizo nacer en Juana unos celos patológicos. Al poco tiempo llegaron los hijos, que agudizaron los celos de Juana. El 24 de noviembre de 1498, en la ciudad de Lovaina, cerca de Bruselas, nació su primogénita, Leonor, llamada así en honor a la abuela paterna de Felipe, Leonor de Portugal. Juana vigilaba a su esposo todo el tiempo, y pese al avanzado estado de gestación de su segundo embarazo, del que nacería Carlos (llamado así en honor al abuelo materno de Felipe, Carlos el Temerario), el 24 de febrero de 1500, asistió a una fiesta en el palacio de Gante. Aquel mismo día tuvo a su hijo, según se dice, en los lavabos del palacio. Al año siguiente, el 18 de julio de 1501, en Bruselas, nació su tercera hija, llamada Isabel en honor a su abuela materna, Isabel la Católica.
Contrato matrimonial entre Juana y Felipe el Hermoso (1495).

Reina de Castilla

Muertos sus hermanos Juan (1497) e Isabel (1498), así como el hijo de ésta, el infante portugués Miguel (1500), Juana se convirtió en heredera de Castilla y Aragón, siendo jurada junto a su esposo por las cortes en Toledo el 22 de mayo de 1502.[4] Cuando en 1503 su marido, Felipe, se marchó a Flandes a resolver unos asuntos, parece ser que se agravó su estado mental. Decidió entonces partir a Castilla junto a sus padres, especialmente por petición de su madre, preocupada por su estado de salud, pues estaba encinta por cuarta vez. En Bruselas se quedaron sus tres hijos mayores. El 10 de marzo de 1503, en la ciudad de Alcalá de Henares, cerca a Madrid, dio a luz un hijo, al que se llamó Fernando en honor a su abuelo materno, Fernando el Católico.

Escudo de Juana I de Castilla.
Muerta la reina Isabel (26 de noviembre de 1504), se planteó el problema de la sucesión en Castilla. Su padre Fernando la proclamó reina de Castilla y tomó las riendas de la gobernación del reino acogiéndose a la última voluntad de Isabel la Católica.

Pero el marido de Juana, el archiduque Felipe no estaba por la labor de renunciar al poder y en la concordia de Salamanca (1505) se acordó el gobierno conjunto de Felipe, Fernando el Católico y la propia Juana. Juana resolvió retirarse temporalmente a la corte de Bruselas, donde el 15 de septiembre de 1505 dio a luz a su quinto hijo, una niña llamada María.

A la llegada del matrimonio de los Países Bajos, se manifestaron las malas relaciones entre el yerno (apoyado por la nobleza castellana) y el suegro de modo que por la concordia de Villafáfila (junio de 1506), Fernando se retiró a Aragón y Felipe fue proclamado rey de Castilla en las Cortes de Valladolid con el nombre de Felipe I. El 25 de septiembre de ese año muere Felipe I el Hermoso supuestamente envenenado, y entonces aumentan los rumores sobre el estado de locura de Juana. En ese momento Juana decidió trasladar el cuerpo de su esposo, desde Burgos, el lugar donde había muerto y en el que ya había recibido sepultura, hasta Granada, tal como él mismo lo había dispuesto viéndose morir (excepto su corazón que deseaba que se mandase a Bruselas, como así se hizo), viajando siempre de noche. La reina Juana no se separará ni un momento del féretro, y este traslado se prolongará durante ocho fríos meses por tierras castellanas. Acompañan al féretro gran número de personas entre las que hay religiosos, nobles, damas de compañía, soldados y sirvientes diversos que, cual procesión sirve ésta para que las murmuraciones sobre la locura de la reina aumenten cada día entre los habitantes de los pueblos que atraviesan. Después de unos meses, los nobles «obligados» por su posición a seguir a la reina, se quejan de estar perdiendo el tiempo en esa «locura» en lugar de ocuparse como debieran de sus tierras. En la ciudad de Torquemada (Palencia), el 14 de enero de 1507, da a luz a su sexto hijo y póstumo de su marido, una niña bautizada con el nombre de Catalina.
Ante el evidente desequilibrio mental de la reina, Fernando vuelve a ser regente de Castilla ante el llamamiento del Cardenal Cisneros, dada la creciente inestabilidad propiciada por la nobleza.

 
 Fernando II el Católico

En 1516 murió Fernando II el Católico, y por su testamento, Juana se convirtió en reina nominal en Aragón, pero varias instituciones de la Corona aragonesa no la reconocían como tal en virtud de la complejidad institucional de los fueros; entretanto su hijo Carlos se benefició de la coyuntura de la incapacidad de Juana para proclamarse rey, aprovechándose de la legitimidad que tenía su madre como heredera de los Reyes Católicos en Castilla y en Aragón, de forma que se añadió él mismo a los títulos reales que les correspondían a su madre. Así oficialmente, ambos, Juana y Carlos, correinaron en Castilla y Aragón, de hecho, ella nunca fue declarada incapaz por las Cortes Castellanas ni se le retiró el título de Reina. Mientras vivió, en los documentos oficiales debía figurar en primer lugar el nombre de la reina Juana. A la muerte de Fernando el Católico, ejerció la regencia de Aragón el arzobispo de Zaragoza, don Alonso de Aragón, hijo natural de Fernando el Católico y en Castilla el Cardenal Cisneros hasta la llegada de Carlos desde Flandes.

Retiro a Tordesillas


Desde que su padre la recluyera, la reina Juana permaneció en una casona-palacio de Tordesillas hasta que murió, el 12 de abril de 1555, después de 46 años de reclusión forzosa y siempre vestida de negro, con la única compañía de su última hija, Catalina (hasta que salió ésta para casarse con Juan III de Portugal), ninguneadas y maltratadas física y psicológicamente por sus servidores. Especialmente duros fueron los largos años de servicio de los marqueses de Denia, Bernardo de Sandoval y Rojas y su esposa, que daban preferencia a sus propias hijas antes que a la reina Juana y a Catalina, hermana del emperador.

El marqués cumplió su función con más celo y eficacia del que hubiera sido necesario, como parecía jactarse en carta dirigida al emperador y que comentaba N. Sanz y Ruiz de la Peña. En esa carta, el marqués aseguraba que, aunque doña Juana se lamentaba constantemente diciendo que la tenía encerrada «como presa» y que quería ver a los grandes, «porque se quiere quejar de cómo la tienen», el rey debía estar tranquilo, porque él controlaba la situación y sabía dar largas a esas peticiones. Todo ello demuestra, como señala Manuel Fernández Álvarez, que el confinamiento de doña Juana era cuestión de Estado, y así lo vieron tanto el Rey Católico como Carlos I. Si Juana no gobernaba era por incapacidad mental. Pero si se empezaba a rumorear que la reina estaba cuerda, los adversarios del nuevo rey afirmarían que era un usurpador. De ahí que la figura de doña Juana se convirtiera en una pieza clave para legitimar el movimiento de las Comunidades

Juana la Loca en Tordesillas
Nunca más se le permitió salir del palacio de Tordesillas, ni siquiera para visitar la tumba de su esposo a escasa distancia de palacio durante un tiempo, antes de su traslado definitivo a Granada, ni a pesar de que en Tordesillas se declarara la peste. Su padre Fernando y, después, su hijo Carlos, siempre temieron que si el pueblo veía a la reina, la legítima soberana, se avivarían las voces que siempre hubo en contra de sus respectivos gobiernos.

Movimiento comunero

El levantamiento comunero (1520) la reconoció como soberana en su lucha contra Carlos I. Sin embargo, la reina nunca tomó partido en esta guerra.
Después del incendio de Medina del Campo, el gobierno del cardenal Adriano de Utrech se tambaleó. Muchas ciudades y villas se sumaron a la causa comunera, y los vecinos de Tordesillas asaltaron el palacio de la reina obligando al marqués de Denia a aceptar que una comisión de los asaltantes hablara con doña Juana. Entonces se enteró la reina de la muerte de su padre y de los acontecimientos que se habían producido en Castilla desde ese momento. Días más tarde Juan de Padilla se entrevistó con ella, explicándole que la Junta de Ávila se proponía acabar con los abusos cometidos por los flamencos y proteger a la reina de Castilla, devolviéndole el poder que le había sido arrebatado, si es que ella lo deseaba. A lo cual doña Juana respondió: «Sí, sí, estad aquí a mi servicio y avisadme de todo y castigad a los malos». El entusiasmo comunero, después de esas palabras, fue enorme. Su causa había de ser legitimada por el apoyo de la reina.

Los Comuneros de Castilla, Padilla, Bravo y
 Maldonado en el Patíbulo
A partir de ahí el objetivo de los comuneros sería, en primer lugar demostrar que doña Juana no estaba loca y que todo había sido un complot, iniciado en 1506, para apartarla del poder; y después, que la reina, además de con sus palabras, avalara con su firma los acuerdos que se fueran tomando. Para ello, la Junta de Ávila, se trasladó a Tordesillas, que se convertiría por algún tiempo, en centro de actuación de los comuneros. Después de estos cambios, todos, incluso el cardenal, afirmaban que doña Juana «parece otra» porque se interesaba por las cosas, salía, conversaba, cuidaba de su personal y, por si fuera poco, pronunciaba unas atinadas y elocuentes palabras ante los procuradores de la Junta. Palabras que, una vez refrendadas, se comenzaron a difundir. La cuestión en este caso sería averiguar si esas afirmaciones las realizó la reina en la forma en que se recogieron por los notarios presentes, puesto que las expresiones —como señala J. Pérez— se parecen demasiado a las afirmaciones que formulaban los comuneros. Pero la Junta necesitaba algo más que palabras de la reina, necesitaba documentos, necesitaba la firma real para validar sus actuaciones. Una firma que podía suponer el final del reinado de Carlos, como recuerda a éste el cardenal Adriano: «si firmase su alteza, que sin duda alguna todo el Reino se perderá». Pero en esto los comuneros, como antes los partidarios del rey, tropezaron con la férrea negativa de doña Juana, a la que ni ruegos, ni amenazas hicieron firmar papel alguno.
A finales de 1520, el ejército imperial entró en Tordesillas, restableciendo en su cargo al marqués de Denia. Juana volvió a ser una reina cautiva, como aseguraba su hija Catalina, cuando comunicaba al emperador que a su madre no la dejaban siquiera pasear por el corredor que daba al río: «y la encierran en su cámara que no tiene luz ninguna».
La vida de doña Juana se deterioró progresivamente, como testimoniaron los pocos que consiguieron visitarla. Sobre todo cuando su hija menor, que procuró protegerla frente al despótico trato del marqués de Denia, tuvo que abandonarla para contraer matrimonio con el rey de Portugal.
Desde ese momento los episodios depresivos se sucedieron cada vez con más intensidad. De su apatía apenas le sacaban las visitas de su hijo el emperador o de sus nietos.


 

La Demencia de Doña Juana (1867)



Muerte de Doña Juana

En los últimos años, a la enfermedad mental se unía la física, teniendo grandes dificultades para caminar. Entonces volvió a hablarse de su indiferencia religiosa, llegándose incluso a comentar que podía estar endemoniada. Por ello, su nieto Felipe pidió a un jesuita, el futuro san Francisco de Borja, que la visitara y averiguara qué había de cierto en todo ello. Después de hablar con ella, el jesuita aseguró que las acusaciones carecían de fundamento y que, dado su estado mental, quizá la reina no había sido tratada adecuadamente. Algo después, tuvo que volver el santo a visitarla, pero en esta ocasión para confortarla en el momento de su muerte. Y lo hizo tan bien, que incluso se afirmó que la reina había recuperado la razón, por haber encontrado —dice san Francisco de Borja— «muy diferente sentido en las cosas de Dios del que hasta allí se había conocido en su Alteza». Falleció en Tordesillas (Valladolid) en 12 de abril de 1555, a los 76 años.

La familia de Juana I de Castilla (Juana la Loca)


Padres:
Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla (Los Reyes Católicos)

Abuelos

Juan II de Aragón y Juana Enríquez (Abuelos paternos)
Juan II de Castilla e Isabel de Portugal (Abuelos maternos)


Descendencia

 Leonor (1498 – 1558), reina consorte de Portugal siendo la tercera esposa de Manuel I de Portugal y a la muerte de este contrajo matrimonio con Francisco I de Francia.

Carlos
(1500 – 1558), rey de España (1516-1556), con el nombre de Carlos I, y Emperador del Sacro Imperio (1519-1558) con el nombre de Carlos V.

Isabel (1501 – 1526), reina consorte de Dinamarca y la Unión de Kalmar, esposa de Cristián II.

Fernando (1503 – 1564), Emperador del Sacro Imperio, con el nombre de Fernando I, al suceder a su hermano Carlos en el puesto, juntos crearon la línea austriaca y española de los Habsburgo.

María (1505 – 1558), reina consorte de Hungría y Bohemia, esposa de Luis II y a la muerte de este fue Gobernadora de los Países Bajos.

Catalina (1507 – 1578), fue reina consorte de Portugal, casada con Juan III, fue abuela del rey Sebastián I de Portugal.

Díptico siglo XVI que representa los hijos
 de Juana la Loca y Felipe el Hermoso

Webgrafía: Wikipedia

lunes, 11 de abril de 2011

Leonardo Da Vinci (1452-1519)

                                                Leonardo Da Vinci 

Introducción 
Uno de los exponentes del Renacimiento es Leonardo Da Vinci, pintor, escultor, arquitecto, ingeniero y científico. Fue un personaje que se destacaba por su profunda pasión por el conocimiento y la investigación, claros principios que destacaban su obra. Se constituyó en un claro innovador en el campo de la pintura dando lugar a la evolución del arte italiano durante más de un siglo después de su muerte. Por otra parte, también se destacó en el campo de la ciencia, sus investigaciones en las áreas de anatomía, óptica e hidráulica, anticiparon muchos avances de la ciencia moderna. Hacia el siglo XV la península itálica estaba dividida en varios estados independientes, gobernados por diferentes familias que luchaban entre sí por el ejercicio del poder. Por ese entonces, Italia no era un país unificado como observamos en la actualidad. Las ciudades más importantes estaban constituidas por Nápoles en el Sur, Roma en la parte del centro (controlada por los Papas de la Iglesia Católica Romana) y, al norte, Florencia, Milán y Venecia.
Biografía y vida
Leonardo Di Ser Piero da Vinci hijo natural e ilegitimo de Ser Piero da Vinci (un notario florentino), nació el 15 de abril de 1452, en una casa de Anchiano a tres kilómetros del pueblo toscano de Vinci. Fue criado en la casa de su abuelo paterno y Ser Piero arregló que la madre, una campesina llamada Caterina, se casara con un aldeano vecino, mientras que él se casó con otra mujer. Más tarde, sus padres tuvieron más hijos, cada uno en su respectivo matrimonio, lo que le dio a Leonardo un total de 17 medios hermanos y hermanas, con quienes siempre mantuvo contacto.
Tanto Leonardo como su padre se mudaron a Florencia, donde el joven recibió la más exquisita educación que la ciudad-centro artístico e intelectual de Italia podía ofrecer. Además, tuvo acceso a valiosos libros de la biblioteca familiar y de amigos de su padre. Se lo describe como elegante, persuasivo en la conversación y un extraordinario músico e improvisador.
A los 15 años, su padre lo envió como aprendiz al taller de Andrea del Verrocchio, el artista más importante de Florencia, escultor, pintor y orfebre. Allí Leonardo cultivó su apasionada preocupación por la calidad y su interés en expresar la movilidad vital de la figura humana. Estas tempranas preocupaciones se constituyeron en elementos importantes en la formación artística de Leonardo, quien se inició en diversas actividades, desde la pintura de retablos y tablas, hasta la elaboración de grandes proyectos escultóricos en mármol y bronce.
En esta etapa de su formación, el joven también estudió la anatomía humana, participando en la disección de cadáveres de criminales en la facultad médica. Entonces no existían la refrigeración o la conservación con formol y los cuerpos se descomponían muy rápido, por lo que Leonardo trabajaba velozmente, realizando observaciones y apuntes, movido por su gran curiosidad.   
A su vez, estas investigaciones en el área de la anatomía, le permitieron conocer las proporciones físicas de las personas, logrando figuras de asombrosa exactitud al representar la figura humana (cuyo "ideal" siempre buscó). 
Finalizada la etapa de su formación, Leonardo formó parte del gremio de pintores de Florencia. A los 20 años ya era maestro independiente (con un estilo propio y original) aunque permaneció como asistente en el taller de Verocchio, interesándose mucho por descubrir nuevas técnicas para trabajar al óleo. Su reputación crecía y los encargos aumentaban. Se dice que su talento era tal, que Verocchio decidió ya no pintar más. 
A la edad de 30 años, movido por la búsqueda de nuevos retos y mejores ingresos, se trasladó a Milán, donde entro al servicio de Ludovico Sforza, duque de Milán y embajador de Florencia. Leonardo había escrito una carta al duque en la que ofrecía sus servicios como pintor, escultor y arquitecto, además de ingeniero, inventor e hidráulico. Afirmaba que podía construir puentes portátiles, que conocía las técnicas para realizar bombardeos, construir barcos y vehículos acorazados, cañones, catapultas y otras máquinas de guerra. 
Así, permaneció durante 17 años en esa ciudad, trabajando en proyectos de todo tipo, tanto artísticos como científicos, en los que el deseo de experimentar era su principal objetivo. Las principales preocupaciones de Da Vinci se centraban en las leyes de movimiento y propulsión. Sus esfuerzos estaban depositados en el estudio de la ingeniería militar donde desarrollo métodos para disparar catapultas y desviar ríos, sirviendo al Duque como ingeniero y arquitecto en sus numerosas empresas militares. Incluso también fue músico y organizador de fiestas, inventando ingeniosos mecanismos para los espectáculos teatrales, torneos y festivales del Duque. 
Sin embargo, esta dedicación hacia el duque, no le impedía realizar ocasionales encargos artísticos para Florencia, que frecuentemente dejaba inacabados, ya que lo absorbían sus múltiples intereses. Estudió a Euclides con el matemático italiano Luca Pacioli y lo ayudó en su célebre obra "La Divina Proporción". También empezó a explorar los principios del vuelo humano y continuó sus estudios de anatomía. Su estudio en Milán estaba lleno de actividad con sus aprendices y estudiantes, para los cuales escribió los textos que más tarde agruparía en su "Tratado de la Pintura". 
Su obra más importante del periodo milanés son las dos versiones de la "Virgen de las Rocas", donde aplica el esquema de composición triangular que encierra a la Virgen, el Niño, San Juan y el Ángel, y por otro lado, utiliza por primera vez la técnica del sfumato. 
A su vez, durante dos años trabajó en su obra maestra "La Última Cena", pintura mural para el refectorio del monasterio de Santa María delle Grazie, en la que recrea un tema tradicional de manera completamente nueva. En lugar de mostrar a los doce Apóstoles aislados, los presenta agrupados de tres en tres, dentro de una dinámica composición.  Sin embargo, su empleo experimental del óleo sobre yeso seco provocó problemas técnicos que condujeron a su rápido deterioro tres años después. Desde 1726 se llevaron a cabo intentos fallidos de restauración y la pintura resistió a varias guerras, incluyendo los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. 
A fines de los setenta, se inició un programa de restauración de la obra, haciendo uso de las más modernas tecnologías, dando lugar a ciertas mejoras. Aunque la mayor parte de la superficie original se ha perdido, la grandiosidad de la composición y la penetración fisonómica y psicológica de los personajes dan una vaga visión de su pasado esplendor.  Durante su larga estancia en Milán, Da Vinci realizó otras pinturas y dibujos, la mayoría de los cuales no se conservan; escenografías teatrales, dibujos arquitectónicos y modelos para la cúpula de la Catedral de la ciudad.  Ahora bien, su mayor encargo fue el monumento ecuestre en bronce a tamaño colosal de Francesco Sforza, padre de Ludovico, para su ubicación en el patio del castillo Sforzesco, en la que Leonardo trabajó durante 16 años. Sin embargo, en diciembre de 1499, la familia Sforza fue expulsada de Milán por las tropas francesas. Leonardo dejó la estatua inacabada y ésta fue destruida por los arqueros franceses.
Ante la invasión de Milán por las tropas de Francia, Da Vinci regresa a Florencia y comienza a desempeñarse como ingeniero militar. No obstante, también continuó sus estudios en anatomía realizando múltiples disecciones, mejorando y perfeccionándose. Luego,  viajó un año a Roma y entró al servicio de César Borgia, hijo del Papa Alejandro Sexto. En este lugar  realizo trabajos como arquitecto e ingeniero mayor de Borgia. En este sentido,  Leonardo supervisó las obras en las fortalezas de los territorios papales del centro de Italia, viajó con su ejército y diseñó un puente para cruzar el golfo de Estambul (que no llegó a construirse) pero que hoy en día es considerado perfectamente viable por los ingenieros modernos. 
A su vez, fue miembro de la comisión de artistas encargados de decidir sobre el adecuado emplazamiento del David de Miguel Ángel en Florencia. Además ejerció como ingeniero en la guerra de esta ciudad contra Pisa y conoció a Maquiavelo, autor de "El Príncipe", quien lo ayudó a conseguir el encargo de pintar "La Batalla de Anghiani". 
Durante su segundo periodo florentino, pintó varios retratos, pero el único que se ha conservado es el de la "Mona Lisa", el más famoso de toda la historia de la pintura, también conocido como "La Gioconda". Esta pintura recibe esta denominación al identificarse a la modelo del retrato como Lisa Gherardini, la esposa de Francesco del Giocondo. Sin embargo, se han construido varias hipótesis sobre su verdadera identidad, incluyendo la teoría de que es un autorretrato del artista.  Esta obra maestra de Da Vinci contiene una serie de innovaciones técnicas como el sfumato y el claroscuro, además de la enigmática sonrisa de la retratada. Incluso, muchos expresan que Leonardo sentía una gran predilección por esta pintura, ya que la llevaba consigo en todos sus viajes. 
Luego regresó a Milán, en donde fue nombrado pintor de la corte de Luis XIII de Francia, quien residía por entonces en esa ciudad italiana. Allí, trabajó como pintor e ingeniero. Además, en esta época retomó sus estudios de anatomía, urbanismo, óptica e ingeniería hidráulica. Durante seis años, Leonardo organizó su vida entre Milán y Florencia, donde a menudo visitaba a sus hermanastros y hermanastras, quienes (para su infortunio) crearon un artilugio para dejarlo sin herencia a la muerte de su padre. Sin embargo, tras la muerte de un tío muy querido, Da Vinci logró evadir las artimañas de sus medios hermanos, y obtuvo tierras y dinero como parte de la herencia que le correspondía.Luego se estableció por tres años en Roma bajo el mecenazgo de Giuliano de Médicis, pariente del Papa León Diez. Por ese entonces, se alojaba en el Palacio del Belvedere en el Vaticano, residencia del Papa, ocupándose fundamentalmente de experimentos científicos y técnicos. La única prohibición que le impuso el Papa para sus estudios en anatomía y fisiología humana fue disecar cadáveres, lo que limitaba considerablemente las investigaciones. Aunque apartado de la bulliciosa vida social y artística del Vaticano, dominada por Rafael y sus seguidores, era reconocido y honrado por sus logros.
A la muerte de Giuliano de Medici, aceptó la invitación del Rey Francisco I de Francia para trasladarse a su corte de Fontainebleu, donde se desempeñaría como "Primer Pintor, Ingeniero y Arquitecto del Reino", dedicándose también a realizar estudios arquitectónicos para los castillos reales. El rey de Francia era un incondicional admirador de Leonardo, quien había diseñado para su coronación un asombroso león mecánico, por lo que le proporcionó todas las comodidades y lujos posibles.  En sus últimos años vivió en el castillo de Cloux, donde murió el 2 de mayo de 1519, a los 67 años, en brazos del propio Rey de Francia (según cuenta la leyenda). Fue enterrado en la Iglesia de San Valentín en Amboise. 
En su testamento, legó todos sus manuscritos, dibujos, instrumentos, libros, ropa y dinero a su alumno favorito, Francesco Melzi. A otro discípulo, Salai, le dejó las pinturas que conservaba en su estudio, incluyendo la "Mona Lisa", que posteriormente fue comprada por el Rey Francisco I en doce mil francos. Da Vinci dejó un proyecto inacabado, que realizó para un “Tratado de la Pintura”, quien fue recogido por Melzi. No obstante, este joven aprendiz, no supo como ordenarlo ni tuvo los recaudos necesarios para conservarlo para su publicación. Tras la muerte de Francesco Melzi, la herencia de Leonardo comenzó a dispersarse entre los herederos del fiel discípulo. Sin embargo, éstos ignoraban la importancia de lo que habían heredado, lo que los llevó a almacenar los dibujos y manuscritos de Leonardo en un desván, regalando o vendiendo muy baratas algunas partes a amigos y coleccionistas.  Al cabo de los años, se consiguió una edición provisional, desordenada, sin coherencia, pero que progresivamente se trató de completar para dar una orientación general de las ideas que ocuparon a Leonardo toda su vida: la pintura, la arquitectura, el cuerpo humano y la botánica.
Actualmente, los dibujos y manuscritos de Leonardo están divididos en diez diferentes códices, que se conservan en distintos museos de Londres, Milán, Turín, París y Madrid, así como uno en la colección particular del magnate Bill Gates, por el cual pagó recientemente 30 millones de dólares.
Da Vinci dejó una seré de legados, aunque dejó gran parte de su producción pictórica inacabada, fue un artista extremadamente innovador e influyente. En consideración con su legado pictórico se señala que al comienzo de su trayectoria su estilo era similar al de Verrocchio, pero poco a poco evolucionó hacia un estilo más libre, de modelado más suave, en el que incluyó efectos atmosféricos. 
Además representó una ruptura con los modelos universales establecidos durante el Quattrocento. En este sentido, se opuso al concepto de "belleza" ideal, defendiendo la imitación de la naturaleza con fidelidad, sin tratar de mejorarla. Contempló la fealdad y lo grotesco, como en sus dibujos de personajes deformes y cómicos, considerados las primeras caricaturas de la historia del arte.  Su dominio del color y la atmósfera le hizo ser el primero en pintar el aire. La perspectiva aérea o atmosférica, como hoy se conoce, es una característica inconfundible de su obra, en especial de los paisajes, al considerar que la distancia se llenaba con aire y que éste hacía que los objetos lejanos perdieran nitidez y se vieran azulados. Su producción estuvo marcada por el claroscuro, la técnica de modelar las formas a través del contraste de luces y sombras, así como el sfumato, la técnica con la que difumina los contornos, consiguiendo así la perspectiva atmosférica en sus paisajes. También se destaca su faceta como dibujante, conservándose una gran cantidad de apuntes, que revelan su perfección técnica y su maestría en el estudio de las anatomías humana, de animales y plantas. Probablemente su dibujo más famoso sea su "Autorretrato de Anciano". En su estudio conocido como "El Hombre de Vitrubio", Da Vinci realizó una visión del Hombre como centro del Universo, al quedar inscrito en un círculo y un cuadrado. El cuadrado es la base toda la arquitectura clásica, mientras que el uso del ángulo de 90 grados y la simetría son bases grecolatinas de la arquitectura. En este estudio anatómico buscó la proporcionalidad del cuerpo humano, el canon clásico o ideal de belleza, la famosa "proporción áurea", siguiendo los estudios del arquitecto romano Vitrubio, quien vivió en el siglo I a. C.
"El Hombre de Vitrubio" es un claro ejemplo del enfoque globalizador de Leonardo. Trataba de expresar el lugar de la Humanidad en el "plan global de las cosas". Para Leonardo, el Hombre era el modelo del Universo y lo más importante era vincularlo con la naturaleza. A su vez, su obra pictórica es muy escasa y discutida. Una constante del artista fue el abandono sistemático de los proyectos que se le encargaban, por muchas medidas que tomaran los clientes mediante contratos y cláusulas de todo tipo. Él mismo no se definía como pintor, sino como ingeniero y arquitecto, incluso como escultor. Sin embargo, su prestigio en vida alcanzó grandes dimensiones, siendo alojado y admirado, como hemos visto, por la realeza y el mismo Papa. 
Ahora bien, como ninguno de los proyectos escultóricos de Da Vinci fueron finalizados, el conocimiento de su arte tridimensional se dificulta en estas obras y sólo puede realizarse a través de sus dibujos. Incluso, lo mismo ocurre con su arquitectura, sus trazos arquitectónicos muestran maestría en la composición, claridad de expresión y un dominio de la antigüedad romana.
Leonardo vivió en una época en la que el estudio de los clásicos estaba en plena vigencia; sin embargo, tuvo dificultades intentando aprender latín y griego, los idiomas cultos y la llave de acceso a la cultura filosófica neoplatónica que dominaba Italia y parte de Europa. Escribió la mayor parte de sus escritos en toscano, un dialecto florentino. Además, escribía al revés, de derecha a izquierda, pudiendo leerse su escritura solamente vista a través de un espejo. La explicación más aceptada acerca de su escritura es que, como era zurdo, se le dificultaba escribir de izquierda a derecha sin que se embarrara la tinta. Sólo cuando escribía una carta u otro texto para alguien más, lo hacía normalmente. Sin embargo, al final de su vida, ser zurdo resultó considerablemente ventajoso, ya que sufrió una parálisis en el brazo derecho que le impedía pintar, sin embargo, Da Vinci pudo continuar dibujando y escribiendo sin problemas con su mano izquierda. 
Su vida personal es en gran parte un misterio; apenas han llegado indicaciones acerca de sus costumbres, gustos o defectos. Se sabe que era estrictamente vegetariano, por sus cartas y escritos sobre anatomía, en los que llama a los omnívoros "devoradores de cadáveres". Se dice que compraba animales enjaulados y los liberaba. A su vez, parece bastante probado que Leonardo era homosexual, que sufrió persecución por este hecho y que estuvo a punto de enfrentarse a la Inquisición. Sus protectores consiguieron siempre que eludiera el juicio público, que en otros casos terminaba con la quema en la hoguera de los supuestamente culpables. En cualquier caso, permaneció soltero y sin hijos.
Tras su muerte, Leonardo se convirtió en el paradigma del "hombre del Renacimiento", dedicado a múltiples investigaciones científicas y artísticas. Un creador en todas las ramas del arte, un descubridor en la mayoría de los campos de la ciencia, un innovador en el terreno tecnológico, Leonardo merece por ello el título de Homo Universalis. En este sentido, fue pintor, escultor, ingeniero, arquitecto, físico, biólogo, modisto, inventor de juegos de salón y de utensilios de cocina, geólogo, cartógrafo, autor de tratados de óptica, diseñador de jardines, decorador de interiores, músico, astrónomo y urbanista. En cada una de estas facetas sus capacidades asombraron a sus contemporáneos.  Tenía una excelente voz como cantante y era un virtuoso ejecutante de la lira, pero tan fuerte que era capaz de doblar con los dedos la herradura de un caballo. Se dice que era muy guapo, por lo que sirvió de modelo, cuando era joven, para el David de Verrocchio y, de viejo, para el Platón de Rafael. Su genio se debió a su insaciable curiosidad y a su sentido intuitivo de las leyes de la naturaleza, cuyos misterios intentó descubrir. Sus contribuciones a la ciencia y la tecnología son legendarias. Se considera a Da Vinci como el prototipo del hombre del Renacimiento, mediante su obra y su vida cultivó el arte, el pensamiento, la ciencia y la tecnología, ayudando a llevar a un mundo teocéntrico al camino de la razón, la ciencia, el aprendizaje y la tolerancia.  Sus consideraciones revelaban que aspiraba al conocimiento total, globalizante, pero no pretendía llegar a él por el camino de la revelación, como los escolásticos y los teólogos de los siglos precedentes, ni tampoco se confió a ciegas a la autoridad de los autores clásicos, como hicieron muchos hombres de su tiempo.  Se definía como un "hombre iletrado", porque ignoraba el latín. Cuando era niño le enseñaron simplemente a leer, escribir y a realizar cuentas. Aprendió el latín en su madurez por sus propios medios, este lenguaje constituía la única vía de acceso en esos momentos a los estudios humanistas. Incluso su encuentro con los conocimientos matemáticos también fueron en su etapa adulta, cuando los consideró necesarios para seguir avanzando en sus investigaciones.  Leonardo comprendió y utilizó el auténtico método experimental un siglo antes de que Francis Bacon filosofase sobre él y de que Galileo lo pusiera en práctica. Dijo que la verdadera ciencia se basa en la observación y que si pudiera aplicarse a ella el razonamiento matemático, podría lograrse mayor certeza, lo que hoy en día es uno de los pasos fundamentales del método científico. En sus cuadernos, dejó constancia de la importancia que concedía al método en la investigación, adelantándose a autores de la Modernidad como Descartes. Se puede observar que los preceptos que establece en su método en nada difieren de las modernas definiciones que hoy utilizamos para hablar del método científico.
Teniendo en cuenta lo precedentemente expresado, se transcriben algunos fragmentos de su pensamiento póstumo:
 "Al abordar un problema científico, dispongo primero diversos experimentos, ya que pretendo determinar el problema de acuerdo con la experiencia, mostrando luego por qué los cuerpos se ven obligados a actuar de ese modo. Ese es el método que hay que seguir en todas las investigaciones sobre los fenómenos de la Naturaleza." 
"Hemos de consultar a la experiencia en una diversidad de casos y circunstancias, hasta que podamos extraer de ellos una regla general que en ellos se contenga. ¿Para qué son útiles estas reglas? Nos conducen a ulteriores investigaciones sobre la Naturaleza y a las creaciones artísticas. Nos impiden engañarnos a nosotros mismos o a los demás, prometiéndonos resultados que no se pueden conseguir".
 "Muchos pensarán que tienen motivo para reprocharme, diciendo que mis pruebas contradicen la autoridad de ciertos hombres tenidos en gran estima por sus inexperimentadas teorías, sin considerar que mis obras son el resultado de la experiencia simple y llana, que es la verdadera maestra."
"No existen conocimientos más elevados o más bajos, sino un conocimiento único que emana de la experimentación."
Así, Da Vinci consideraba a la mecánica como la más noble de las ciencias, puesto que por medio de ella realizan sus acciones todos los cuerpos que poseen movimiento. En este sentido, previó el principio de la inercia –que después Galileo demostró experimentalmente– y demostró la ley de la palanca por el método de las velocidades virtuales, un principio que ya enunciaba Aristóteles y utilizó más tarde Galileo. Incluso, se interesó por la hidrodinámica, estudiando las corrientes de agua y la propagación de las olas sobre la superficie. Sus estudios versaron sobre las olas en el agua, las ondas del aire y las leyes del sonido, adelantándose a la moderna teoría ondulatoria de la luz.
En el campo de la astronomía, afirmó que la Tierra es uno de tantos astros y que refleja la luz del Sol igual que la Luna.  Acercándose a consideraciones geológicas y geográficas explicó que nuestro planeta lleva grabadas las huellas de su historia, anteriormente a toda reseña escrita. Los fósiles que se encuentran en las altas montañas continentales se produjeron en el agua del mar. De esta forma expresó que han tenido que producirse cambios en la corteza de la Tierra:  “tienen que haberse levantado las montañas para ocupar nuevas posiciones”. Para estas conclusiones se sirvió de conchas marinas encontradas tierra adentro para apoyar la teoría de Alberto de Sajonia sobre la formación de las montañas.
Ahora bien, en su condición de dibujante, pintor y escultor, Leonardo llegó a investigar intensamente la anatomía humana. Desafiando la tradición eclesiástica, se procuró muchos cuerpos, que luego diseccionaba, haciendo unos dibujos anatómicos que, aparte de su exactitud, constituyen verdaderas obras de arte. Además, descubrió cómo la sangre recorre constantemente todo el cuerpo humano, llevando el alimento a cada una de sus partes y retirando los deshechos, adelantándose así al descubrimiento de Harvey sobre la circulación de la sangre. Estudió los músculos del corazón e hizo dibujos de las válvulas que parecen demostrar que conoció su funcionamiento.
Por otra parte, en sus investigaciones urbanísticas, realizó un plano del sistema de desagües de una ciudad modelo y la construcción de ésta en dos niveles: uno para peatones y otro para vehículos. Por la calle superior no debería pasar ningún vehículo; para los carros y las cargas estaba reservada la calle inferior. En esta ciudad diseñó edificios públicos, como iglesias o el ayuntamiento e incluyó estudios concretos sobre el sistema de escaleras y las instalaciones de calefacción.  Su fascinación por la maquinaria lo llevó a estudiarlas desde muy joven, ya siendo aprendiz en el estudio de Verocchio. A partir de estas observaciones, obtuvo un conocimiento práctico acerca de su diseño y estructura. Algunos de sus primeros dibujos muestran cómo trabajaban las partes de diversas máquinas. 
La inquietud de conocimiento que caracterizaba a Da Vinci fue beneficiada además por su talento como ilustrador, que le permitió materializar sus ideas mecánicas con claridad excepcional. Quinientos años después, muchos de sus dibujos pueden ser usados fácilmente como planos para crear modelos perfectamente funcionales. 
Dentro de sus tantas investigaciones incluya también la ingeniería donde desarrolló los principios del vuelo, realizando más de 100 dibujos que ilustraban sus teorías. Hizo un diseño para la fabricación de una máquina voladora, el orintóptero, un modelo dotado de alas giratorias equipado con amortiguadores para conseguir un suave aterrizaje. Aunque nunca se construyó, el helicóptero moderno está basado en ese concepto.  El primer paracaídas fue diseñado por Leonardo da Vinci, quien estaba convencido de su utilidad para cuando se construyeran las máquinas voladoras.
Entre sus inventos también cuentan las máquinas de guerra tales como el tanque blindado, dotado de una coraza en forma de cono, las embarcaciones sumergibles o submarinos, los trajes y equipo de aire para buzos de combate, fusiles de repetición, granadas y morteros. Aunque Leonardo aborrecía la guerra, a la que llamó "locura bestial", no podía sustraerse a ésta, ya que en su época Italia estaba constantemente en guerras entre los distintos estados.
También fue precursor de los modales civilizados –que se conocería en las cortes del siglo XVII– En este sentido, introdujo el uso de la servilleta en la mesa, considerando que se trataba de una medida higiénica y práctica, aunque fue adoptada plenamente tiempo después. 
Son muchos los inventos atribuidos a Leonardo, desde un vehículo automóvil hasta el común rallador de pan, pasando por una práctica sierra para mármol, una máquina para fabricar cuerdas, modernas puertas de batientes para las esclusas, una máquina para pulir espejos, una grúa móvil que facilitaría las labores de construcción, consiguiendo elevar pesadas cargas y una excavadora flotante, que pretendía conseguir que los ríos fueran navegables.  Sin embargo, ninguno de estos inventos pasó del estadio del diseño, ni fue utilizado, a pesar de que Leonardo no solo diseñaba extraordinarias máquinas, sino que también se ocupaba de resolver todos y cada uno de los problemas relacionados con la construcción de las mismas. La gran mayoría de sus inventos se adelantaron cientos de años a su tiempo. Más allá de que Da Vinci no plasmo en un libro sus diferentes inventos y ramas de trabajos, es indudable que ejerció un gran influjo sobre los contemporáneos. Como amigo de príncipes y estadistas, llegó a conocer también a todos los principales sabios de su tiempo. Es indiscutible que, a través de ellos, se salvaron algunas de sus ideas, que años después contribuirían a promover el nuevo desarrollo de la ciencia.  Si tuviéramos que elegir un representante que encarnase en sí el verdadero espíritu del Renacimiento, habríamos de escoger la figura de Leonardo da Vinci. 
En la actualidad,  todas las obras del genio italiano Leonardo da Vinci aparecen reunidas en un libro único que permite un acercamiento a su prolífica creación, que no es posible en ningún museo del mundo. Es el más completo que se ha editado hasta ahora sobre su obra pictórica y gráfica, un tomo de lujo que ya ha sido traducido del alemán a varios idiomas, entre ellos el español. Esta obra ha sido publicada bajo el título "Leonardo da Vinci. Todas las Pinturas y Dibujos", el libro fue presentado por primera vez al público el pasado 5 de abril en el Museo de Bellas Artes de Viena. La misma cuenta con 850 reproducciones en color, así como numerosas ampliaciones de detalles de sus cuadros, comprende un catálogo completo de todas las obras de da Vinci, incluyendo las últimas investigaciones e información sobre el estado actual de cada una de ellas. Esta edición revela la genialidad de Leonardo y fascina con figuras humanas, animales, monstruos, rostros de gestos grotescos, detallados estudios anatómicos y visiones entonces futuristas de armas y artefactos técnicos para volar. Los autores que construyeron tamaño proyecto, se basan en una convicción: Leonardo Da Vinci prácticamente nunca hizo nada que no pueda comprender cualquier persona con un nivel de formación medio.Aunque el libro acercará a Leonardo a un amplio público, los editores reconocen estar preocupados por lo que consideran su única desventaja: su formato y peso. El gigantesco volumen mide 29 por 44 centímetros y, con casi 700 páginas, pesa ¡diez kilos y medio! No sólo es imposible leer el enorme libro en el metro, también el lector tendrá algunos problemas en su propio hogar, pues difícilmente podrá tumbarse cómodamente con él en un sofá, pero sin duda, valdrá la pena conocerlo.
 Entre las obras más importantes se encuentran :

                                    La Gioconda, Retrato de Mona Lisa

                                                      San Jerónimo

                                                Madona de las Rocas

                                                    La Última Cena

                                             Retrato de un músico

                           Estudio de las proporciones del cuerpo humano

                             La Virgen, el Niño con el cordero y Santa Ana


                                            La Madona del Clavel

                                                  Isabella d'Este

                                    Retrato de la Dama con un armiño

                                       Retrato de Ludovico el Moro

Entre los inventos del multifacético Leonardo da Vinci (1472-1519) se encuentran:
Bomba centrífuga
 Cañón que se carga por la culata
 Tornillo cónico
 Transmisión con correas
 Draga para construcción de canales
 Cadena de eslabones
 Tornillo sin fin
 Submarino
 Compás
 Aparato para bobinar y torcer la seda
 Huso
 Lanzadera
 Paracaídas
 Tubo de lámpara
 Corredera para barcos

                                      Cañón que se carga por la culata

                                 Draga para construcción de canales

                                           Transmisión con correas

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